Absorto, impresionado, estupefacto y otros diferentes términos de sorpresa son necesarios para poder detallar lo vivido en el día de ayer en el Estadio de Riazor. Más de 20.000 personas vivieron en la tarde del domingo un partido de fútbol como hacía tiempo que no se veía en estas tierras.

Actitud, término utilizado en estas semanas para explicar la catástrofe deportivista, es lo que se vio por parte del equipo herculino en todas las facetas del campo, así como en cada uno de los integrantes del equipo titular.

 

 

Variantes en el once habitual en estas semanas, que en cada uno de los casos fue un acierto por parte del técnico deportivista. Juanfran de lateral, Wilk en el mediocentro (estuvo inconmensurable durante todo el partido), Lucas Pérez y Cavaleiro en punta, le dieron otro aire a un equipo que desde el minuto 1 fue a por el partido con garra y actitud.

 

 

Inició el equipo deportivista con gran fuelle, con una internada llevada por Fariña que Cavaleiro envió alto. No se encontraba el equipo valenciano, que únicamente contó en la primera parte con un tiro lejano realizado por Rodrigo. Y así, en la mitad de la primera parte llegó el gol deportivista tras un córner botado por Medunjanin (que botó una falta al travesaño en la jugada anterior) y que Gayá introdujo en propia puerta. Minutos después, encarriló el Deportivo el partido tras un gran golpeo de Lucas Pérez que el portero valenciano no logró atrapar.

 

 

Tras el descanso, inició el Valencia un periodo de acoso y derribo a la zaga deportivista en el que controló el balón y el tempo del partido. Contó con un par de ocasiones claras que no pudo convertir debido al buen hacer de la defensa deportivista, que, a la contra, cerró el partido con un gran pase de José Rodríguez que convirtió Toché.

 

 

Gran tarde la de ayer, que esperamos que se convierta en un nuevo comienzo para el plantel deportivista y nos brinde más partidos de fútbol con esa presión y esa actitud.

 

¡¡FORZA DEPOR!!