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CUÁN EFÍMERA ES LA GLORIA DEL ALTANERO Y QUÉ QUEBRADIZO EL PODER ESPURIO.

Antonio José Parafita Fraga  |  05 de febrero de 2015 (15:39 h.)
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PINCELADAS POLÍTICAS SOBRE EL NACIONALISMO SEPARATISTA CATALÁN. Por Antonio José Parafita Fraga, escritor y comentarista de temas sociales y políticos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Amigos y dilectos lectores de las diferentes publicaciones de este analista político, el significado y la valoración del titular del presente comentario, referido al chapucero montaje independentista llevado a cabo por el presidente de la Generalidad catalana y sus cómplices seguidores, saltan a la vista, a la vez que ponen de manifiesto y confirman de manera palmaria tanto la inconsistencia legal del proyecto soberanista presentado como evidencian las vacuas pretensiones del nacionalismo separatista catalán.

El pasado día 9 de los corrientes, hemos visto cómo lo escenificado en Cataluña era más parecido a una chirigota que a un acto de afianzamiento democrático de la sociedad catalana. Y ello, porque en realidad no fue una consulta en toda regla sino sólo un simulacro, ya que ni se publicaron las listas del censo ni hubo el necesario y exigible control sobre los votantes. Fueron los últimos coletazos de un proceso soberanista mal planteado y la culminación de un fiasco cantado de antemano. Y este estrepitoso fracaso era, por otra parte, previsible porque los planteamientos políticos se hicieron al margen del Estado de Derecho y de la Carta Magna, Constitución española de 1978, de la que deviene la fortaleza garantista del mismo para el conjunto de la ciudadanía española, en contra de los informes del Consejo de Estado y desoyendo las sentencias del Tribunal Constitucional.

El presidente del gobierno de Cataluña, no tuvo ni parece que esté dispuesto a tener en cuenta que la soberanía de España reside en todo el conjunto del pueblo español y no sólo en una de sus partes o fracciones. Cabe preguntarse, pues, cómo es que los organizadores de tal desaguisado secesionista no se han percatado de que el derecho a decidir que reclaman los separatistas catalanes, si la Constitución lo permitiese, también podrían ejercitarlo las demás Comunidades Autónomas, en función de uno de los elementos básicos de nuestra democracia, cual es el principio de igualdad de todos los españoles. Y llegados a este punto, conviene notar que desde el nacionalismo catalán se pretendía arrebatar o robar al resto de españoles la parte de soberanía que les correspondía. Por lo que quedaba desmentido y demostrada la falsedad de aquel argumento esgrimido malévolamente por los independentistas catalanes de España nos roba, ya que justamente eran ellos los que querían apropiarse, con arrogante prepotencia, del derecho constitucional a decidir otorgado por igual a todos los conciudadanos de este país. A mayor abundamiento del daño causado, debemos señalar el odio sembrado, la fractura social y la animosidad relacional no sólo en el seno de la sociedad catalana sino también en el de la española. En síntesis conclusiva, la racionalidad y el sentido común deben llevarnos a pensar que si la soberanía pertenece a la totalidad de los ciudadanos de España, no se pueda fragmentar sin la participación de todos en un hipotético debate a tal efecto.

A día de hoy, y analizando con rigor las actitudes y comportamientos políticos de los principales actores, resulta un tanto aventurado e incluso frívolo, tildar de irresponsable o responsable político directo y único al Presidente del Gobierno central por su pasividad y falta de diálogo ante la cuestión independentista catalana, porque éste carece de sentido y pierde la razón de ser cuando se pretende llevar a cabo sobre materia ilegal y/o cuando una de las partes tiene predeterminada su posición de manera inamovible. Asimismo, tampoco se ajusta a la realidad de las actuaciones aseverar que no se pusieron en marcha los correspondientes mecanismos correctores del Estado de Derecho, establecidos por la propia democracia para garantizar la unidad de la nación española y defender la integridad de la soberanía nacional. Es de suponer que al presidente Mas le pasó ya su momento de gloria independentista- SIC TRANSIT GLORIA MUNDI, PRESIDENTE-, si bien es evidente que el nacionalismo separatista catalán, igual que los demás nacionalismos, va a seguir insistiendo pertinazmente en conseguir la independencia.

De todos modos, este comentarista entiende que Mas no hubiese llegado tan lejos en su alocada carrera secesionista, si no fuese por las fuertes presiones ejercidas sobre él por Junqueras, presidente de ERC. No obstante lo dicho, hay que señalar que fue el propio Mas, presidente de la Generalidad, quien públicamente asumió la plena responsabilidad del acto celebrado el día 9 de Noviembre de 2014 en Cataluña en el que, presunta o supuestamente, se consumaron los delitos de sedición, desobediencia al Estado de Derecho, atentado contra la unidad territorial de España, intento de ruptura de la soberanía nacional, prevaricación y malversación de caudales públicos, al manifestar con prepotente arrogancia y soberbia, al estilo Rey Sol, Luís XIV: "el responsable soy yo, porque soy quien manda en Cataluña". Y se quedó tan ancho, dejando estrechos, aplanados y sin resuello al Presidente del Gobierno Central, Mariano Rajoy y al Fiscal General del Estado, Torres Dulce, al menos de momento, quienes dieron la impresión de tener sus mentes y voluntades captadas o capturadas por un exceso de prudencia, que bien pudiera ser entendida como cobardía moral e inacción política y jurídica, respectivamente. Con afecto, os saluda, con los mejores deseos de salud y suerte, Antonio José Parafita Fraga, escritor y comentarista de temas sociales y políticos.

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