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La caza es una práctica atroz, innecesaria y pasada de moda

Mª José Navarro  |  14 de octubre de 2014 (03:00 h.)
caza

 

El ser humano actual se define como descendiente de los cazadores y recolectores de la prehistoria. Sin embargo mientras que la recolección de bayas y raíces ha pasado de moda y raramente se practica, la caza se ha mantenido hasta la actualidad como un deporte al alza. Cada año, según la época, se abre la veda sin que los cazadores se planteen que lo que ciertamente ya ha pasado de moda es dicha actividad, principalmente porque la subsistencia del ser humano actual no depende del matar animales, ni para su alimentación ni para nada, ¿entonces por qué sigue dicha práctica tan en vigor?

Actualmente en la mayoría de países existen cada vez menos cazadores profesionales, de hecho la caza se ha convertido en un mero hobby, un mal llamado deporte con el que entretenerse y divertirse, una forma de pasar el tiempo libre en la naturaleza. Pero ojo, no deja de ser una diversión no exenta de controversia, puesto que se obtiene diversión a cambio de infringir dolor, sí, una forma de divertimento a costa del dolor de otro ser vivo, que como nosotros, tienen la capacidad de sentir.

 

 

Los cazadores afirman que los animales alcanzados en una cacería mueren rápidamente, una rotunda falacia usada por los cazadores una y otra vez, para confundir a quienes ven la caza desde cierta distancia y cierto recelo, y también como defensa ante quienes los critican y señalan como herederos de un anacronismo sin sentido.

Por ejemplo la mayoría de corzos y jabalís durante la cacería solo reciben un disparo que no es mortal, luego salen huyendo. Posteriormente, según sea la zona donde se cace, puede que se les vuelva a disparar con proyectiles especiales, cuya finalidad es la de rasgar partes de su cuerpo: piel, intestinos, extremidades, de modo que los animales puedan ser seguidos fácilmente por el rastro de sangre que van dejando. Este tipo de proyectiles existe con ese único fin, lo que viene a demostrar que los animales no mueren al instante, puesto que si esa fuera la intención no se utilizaría ese tipo de armamento. El resultado es que los animales mueren de una forma atroz.

Otro argumento muy manido con el que se justifica la caza es que los animales en libertad causan muchos perjuicios a la agricultura. Lo que viene a significar que precisamente los animales, que son las víctimas del egoísmo humano, son acusados de que cuando tienen hambre se alimentan de las cosechas, reduciéndolas y reduciendo así los beneficios de los insensibles agricultores, y cuando esto ocurre no se duda ni un solo minuto: ¡hay que diezmar el número de ladrones!

Sin embargo hay que decir que la naturaleza, tal como la conocemos, hace muchísimo tiempo que dejó de ser natural, es decir que ya no es como debería ser, pues los seres humanos en su expansión demográfica y en sus asentamientos en gigantescas ciudades y en incontables pueblos, a través de la construcción de carreteras y autopistas, por medio de la agricultura industrializada y la reducción de bosques y praderas naturales, hemos dejado a los animales sin sus espacios vitales en los que vivir y alimentarse.

 

 

Por si esto fuera poco, la realidad es que actualmente en las superficies agrarias no se tolera la presencia de animales salvajes. Oficialmente son considerados dañinos por los agricultores. Los setos con sus frutos y hojas fueron eliminados de toda la superficie agraria. Apenas quedan linderos en los bordes de los campos de cultivo donde, tal como sucedía antiguamente, puedan crecer hierbas de diferentes especies. De existir aún dichas franjas verdes, los animales encontrarían raíces, hojas y semillas, es decir una forma de subsistir todo el año. Pero todo esto ya no existe porque los seres humanos sin pensar en otra cosa que en sí mismos, así lo han dispuesto. ¿Es extraño entonces que los animales, a pesar del miedo a los cazadores, se internen en los sembrados para alimentarse?

En base a lo expuesto, si un agricultor ha perdido parte de su cosecha, o los animales han dejado parte de sus frutos en condiciones no optimas para la venta, se le podría decir: “Mire, hubiese sido mejor si sus antepasados hubiesen dejado los setos. Ahora haga usted lo que pueda”.

 

Mª José Navarro

Del programa: Naturaleza sin caza

www.radio-santec.com

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