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Una ternera es el bebé de una vaca

Teresa Antequera  |  20 de enero de 2015 (02:47 h.)
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La ley alemana de protección animal tiene como finalidad la protección de la vida y el bienestar de los animales, en base a la responsabilidad que tiene el ser humano por el animal como criatura coexistente. Con respecto a dicha ley nadie debería causar sufrimiento a un animal sin razón, sin embargo esto no es del todo así. Proteger el bienestar de los animales suena bien, pero cuando se mira detenidamente lo que expresa el artículo 1, se descubre que no se aborda la cuestión desde la base, que debería ser el acabar con el sacrificio de animales para beneficio del ser humano. Pues se nos está permitido cazar, matar, degollar y maltratar todo tipo de animales, también el adueñamiento de estos para experimentos en laboratorios y para los llamados deportes, en resumen una explotación con la que obtener un suculento beneficio económico. Por suerte en la actualidad cada vez más personas, y no sólo en Alemania, exigen que se proteja sin reservas y de forma absoluta la vida de los animales y su integridad. Por eso a la pregunta de si son suficientes las leyes para la protección animal, la respuesta es no, de ningún modo.

Por supuesto que es bueno que exista una ley de protección animal, pero cuando dicha ley protege sólo algunos aspectos de la vida del animal, pero no todos, da la impresión de que nos encontramos ante una especie de “lavado de imagen”. La cuestión de base es: mientras se considere a los animales como mercancía y no como seres vivos, mientras se les pueda comprar y vender, matar y comer y no cambie nada al respecto, todo seguirá igual. Por eso la meta debería ser “dejar de comer animales”.

Pitágoras dijo: «Aquello que suceda a los animales, pronto le sucederá al hombre» o «Asesinar a los animales es el paso previo para asesinar seres humano». En Oriente también se alzaron voces a favor de los animales, por ejemplo Buda dijo: «Los derechos de los animales y los de los seres humanos son inseparables». Por eso la única solución es realmente hacer un llamamiento a los consumidores: “Reflexionad sobre vuestro consumo de carne, sobre una reducción progresiva o sobre cuánta carne debes comer”

Todo el comportamiento del ser humano para con el animal parece “lo normal”, pero en absoluto lo es. ¿No es acaso extraño que el ser humano se comporte de forma diferente  con unos y otros, y que a unos los considere útiles mientras que a otros domésticos? A unos se los cría en estrechos establos, sin derechos, e incluso sin ver la luz del sol, mientras que otros viven en nuestro hogar, los acariciamos, los cuidamos y los queremos. Por todo eso en la Tierra de la Paz de la Fundación Gabriele no se hace distinción entre animales, allí todos son iguales y tienen los mismos derechos, también se les proporciona un hogar digno y espacio para vivir. Da igual si se trata de un gato o de una oveja.

Daniel, un cuidador de animales en la Tierra de la Paz nos cuenta: “Hay animales llamados útiles, porque los animales útiles son animales de los que el hombre obtiene un provecho. Pero en nuestras tierras todos los animales viven en libertad hasta el día de su muerte natural. Si bien he de decir que para mí la relación con los así llamados animales útiles era algo nuevo, y tuve que esforzarme hasta descubrir que cada animal es único y que también querían hacerse mis amigos. Y de la misma forma que los gatos no se comen, tampoco se deberían comer corderos, pues su derecho a la vida y a una muerte natural es igual para todos. Sinceramente creo que nos falta relación con los animales, pues la mayoría de las personas conoce a los animales por la carta del restaurante. Allí se lee “ternera”, pero una ternera es la cría de una vaca, un bebé, que al igual que los bebés humanos, está llena de alegría, de vitalidad y de curiosidad. Y tal como sucede con las personas, cuando son separadas de sus madres, lloran durante días desconsoladas, asustadas y tremendamente tristes”.

 

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