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Lendoiro pintó de blanquiazul un sueño

Manu Montero  |  12 de diciembre de 2014 (03:15 h.)

Durante años, unió un equipo, una afición, una ciudad. El sueño se fue haciendo realidad bajo el denominador común del “superdepor” y todos fuimos un poco o mucho más felices

De un tiempo a esta parte, aquel que fuera idolatrado por todos y elevado a los altares escribiendo las páginas de la historia mas gloriosa de un Deportivo de La Coruña al borde del abismo, con una deuda de 500 millones de las antiguas pesetas correspondientes a la década de los 80, un pié y medio en la segunda división B  logrando poner al “Depor” en la élite del fútbol mundial y con ello a la ciudad herculina llenándonos de orgullo, satisfacción y alegrías,  para muchos pasó de héroe a villano y para otros tantos, directamente al olvido.

Nadie o casi nadie se cuestionaba la gestión de Augusto Cesar Lendoiro, tanto en cuanto los resultados deportivos fueron exitosos. Por aquel entonces, tan solo sorprendía a todos el como un equipo pequeño, de una ciudad pequeña, tuteaba a los todopoderosos tanto en España como en Europa; Como jugadores de primerísimo nivel querían jugar en el Superdepor y una directiva dirigida por el Presidente Lendoiro se las “ingeniaba” para hacerse con recursos económicas que posibilitaran la confección de unas plantillas que nos condujeron a ganar títulos, impensables para un club modesto como nuestro Depor. Nadie nunca se preguntó ¿Cuánto cuesta ganar una Liga de fútbol en España? Bastaría con repasar la historia para ver cuantos clubes tienen al menos un título y el valor económico de las plantillas respectivas con las que lo lograron. Tampoco olvidamos algunos, ni los orígenes ni la trayectoria del hokey en nuestra ciudad. El Liceo, al igual que el Depor y de la mano curiosamente también de Lendoiro,  fue llenando sus vitrinas de todos los títulos posibles, sus plantillas de los mejores jugadores a nivel mundial y nuestros corazones, de júbilo. Pero la sociedad en general es desmemoriada e incluso una parte, vengativa, bien por sentirse agraviada en algún momento o más comúnmente por envidia, eso si, esperando siempre la debilidad de la presa por si ésta se revolviese en su propia defensa o incluso contraataque.

Así y de manera “gratuita” somos capaces de convertir éxitos en fracasos y a los protagonistas en supuestos “delincuentes” a los que condenamos en un ejercicio de sospechas más que de hechos, y sin que aquellos que contribuyen a tan deleznable situación recurran a la Justicia para que sea esta la que determine responsabilidades civiles o penales según corresponda. Llegamos hasta tal punto que incluso la asistencia a un último adiós a un ser humano, independientemente de sus antecedentes, fueran estos cuales fueran, en un acto intimo de familiares y amigos, lo elevamos a la categoría de enaltecimiento de la violencia, si bien sabemos que de manera interesada por unos cuantos “pobres de espíritu”.

Esperaron la ocasión propicia para derribar un árbol bajo el cual se cobijaron muchos y una vez logrado, “van haciendo leña” pero el tiempo, juez inexorable, siempre acaba por poner a cada cual en su lugar aunque para ello casi siempre deba de transcurrir más de una vida.

Cuando Lendoiro prometió un equipo en primera, allá por el 88, me lo creí igual que me creí cuando celebrábamos el primer ascenso en Maria Pita al grito de ¡Barsa, Madrid, el Depor está aquí!, Cuando muchos años después descendimos y prometió el ascenso, también me lo creí. Nos convenció a todos y nos unió en el sueño de un Superdepor cuando nadie se preguntaba como lo hacía, de donde salían tantos recursos económicos como eran necesarios. Nos brindó momentos felices a “manos llenas” a cientos de miles de aficionados en todo el mundo que vimos como un pequeño competía de igual a igual con los todopoderosos. Se habrá equivocado muchas veces, pero ello no implica olvido, desagradecimiento y estar permanentemente “bajo sospecha” por, vallan ustedes a saber que ocultos intereses de unos pocos. Han cambiado muchas cosas pero sobre todo, algunos nos hemos vuelto incrédulos y ya solo nos queda el recuerdo en nuestra memoria de las gestas, la épica y la magia de un tiempo pasado en el que sin duda, Augusto Cesar Lendoiro fue, es y será protagonista, mal que le pese a algunos.

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