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Vida después de la Vida

Manu Montero  |  23 de enero de 2015 (15:31 h.)
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Lo que importa es no quedarse detenido en el presente y mucho menos en el pasado. Importa avanzar y avanzar hacia objetivos previamente definidos que actuarán como motivadores de nuestros pasos sin que sea determinante si estos son dados a pie, sostenidos por unas muletas o ayudados por una silla de ruedas

 

A finales del próximo mes de Febrero, cuando se cumplirá un año desde el accidente sufrido, Iván M. Montero presentará su primer libro, Vida después de la vida,  todo un tratado sobre la motivación y espíritu de superación.

En la obra, con prólogo incluido del Director de éste diario, Gonzalo G. Soto, vamos a encontrar un compendio de la teoría de la motivación aplicada a lo más importante y trascendente para el ser humano como es su propia salud, el deseo de vivir.

Ese bien del que inconscientemente no disfrutamos en toda su amplitud, quizás es por ello por lo que no cuidamos suficientemente y, cuando por cualquier circunstancia perdemos o simplemente se deteriora, ponemos en valor, sin que en muchos casos sepamos bien como superar el trance.

Nada mejor a mi juicio que la orientación de quien lo ha vivido en primera persona, desde el dramatismo que impone el haber estado en una situación lo suficientemente crítica, sabiéndose al borde del abismo, y puede ofrecernos una visión objetiva, más o menos científica, pero en cualquier caso tan real como la vida misma.

La conclusión es que si el autor puede superar las dificultades que la vida le impuso en un momento dado, de la misma manera que otros muchos lo hicieron, en contraposición a otros tantos que cada día sucumbimos en circunstancias parecidas, en ocasiones incluso mucho menos trascendentes, la respuesta debemos buscarla en una pregunta ¿Por qué?

Seguro que muchas repuestas las encontraremos en la motivación. Aquello que hace que continuemos avanzando, incluso por momentos dando rodeos o en zigzag si es necesario porque no siempre la línea recta resulta el camino más corto, ni siempre eso es lo verdaderamente importante. Lo que importa es no quedarse detenido en el presente y mucho menos en el pasado. Importa avanzar y avanzar hacia objetivos previamente definidos que actuarán como motivadores de nuestros pasos sin que sea determinante si estos son dados a pie, sostenidos por unas muletas o ayudados por una silla de ruedas.

Inválido e inútil no es en modo alguno sinónimo de minusválido y es aquí donde realmente debemos comenzar la toma de conciencia que contribuya a impulsarnos en la búsqueda de nuevos horizontes en los que hallar la realización personal, la satisfacción de los logros y finalmente la felicidad que ello reporta.

Estoy seguro, tanto por los acontecimientos producidos y descritos como la cercanía al autor, que estamos ante quien ha sido capaz de reconocer una situación desfavorable, sin duda, analizar las posibilidades que se abren en el futuro inmediato y adoptar la decisión de aprovecharlas. Ha logrado contemplar su existencia, no desde la resignación y sí desde el convencimiento de que es posible superar las adversidades y desde su propia experiencia, ayudar a otros a superarlas igualmente.

Me contaba hace unos días un compañero de éste diario que su abuelo repetía con cierta frecuencia: “es mejor ser diez veces capaz que solo conseguirlo una”.

Iván se está demostrando así mismo y a todos nosotros su capacidad para conquistar objetivos pero sobre todo, su tenacidad para intentar una y otra vez, superar las lógicas dificultades que supone depender de una silla de ruedas.

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