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Es hora de decisiones

Manu Montero @yalemanu  |  22 de mayo de 2015 (16:48 h.)

Ni Partido Popular ni PSOE. Ni Andalucía, Madrid o Valencia. En el ambiente se respira un cierto “tufillo” a podrido que se extiende a lo largo y ancho de la geografía de las Españas, muchas veces ante la pasividad de la ciudadanía abonada al conformismo y la resignación

 

A las puertas de un “Domingo electoral” y después de una campaña en las que los programas de los partidos quedaron en simple anécdota en un mar de encuestas y cruces de descalificaciones, aderezado todo ello con la sombra del miedo, extendida sobre los ciudadanos por el actual partido en el gobierno (o desgobierno según se quiera ver), ante la posibilidad real de que los votantes les pasen factura por la corrupción, el paro y el futuro incierto al que nos tienen sometidos, uno solo espera y desea que se produzca un cambio, necesario más que nunca, que contribuya a recuperar la credibilidad en el sistema.

Cierto es que todo cambio conlleva un cierto riesgo que debemos asumir, pero nunca será peor que el inmovilismo, el conformismo y la continuidad de un estilo de hacer política asentada en el “compadreo”, el “enchufismo”, “la mordida” y los “chanchullos” a los que ya casi nos tienen acostumbrados muchos de los actuales miembros de la clase política de uno y otro signo y otros tantos que lo fueron en etapas anteriores.

En democracia, existen dos maneras de aplicar justicia: la ordinaria, impartida por los estamentos judiciales y la del pueblo manifestada en las urnas. Resultaría difícil comprender como ante los numerosos casos de corrupción que vienen saliendo a la luz, aquellas formaciones políticas que albergan y/o amparan a los corruptos recibieran el apoyo de los ciudadanos para seguir gobernando aunque, a la vista de lo acontecido en convocatorias anteriores, no debiera uno extrañarse que así sucediera en un claro ejercicio de incoherencia ética y moral que permite a un ciudadano criticar unos hechos, a los jueces y fiscales por no imponer la ley y posteriormente, confiar su voto a los mismos corruptos, a los consentidores y/o a aquellos que han tratado de ocultar los acontecimientos.

Tenemos una responsabilidad que va más allá de nosotros mismos, la tenemos con nuestro municipio, comunidad autónoma, con la totalidad del estado, con nuestros hijos, a los que cuesta explicar conceptos como  la honradez, el honor, la responsabilidad, y con una comunidad internacional que ve a España y a los españoles como un país de corruptos. Algo de razón les daríamos si con nuestro voto no somos capaces de contribuir a un cambio, máxime cuando parece ser que ahora la Justicia, por fin, comienza a tomar cartas en el asunto y, aunque con más lentitud de la que cupiera esperar, vemos como día tras día se abren nuevas causas, aparecen nuevos imputados e incluso algunos se sientan en los banquillos.

El Domingo nos toca a nosotros, los ciudadano y ciudadanas, dictar sentencia con nuestro voto y poner a cada cual en el lugar al que se ha hecho acreedor. Si no lo hiciésemos así, solo nos quedaría guardar silencio durante otros cuatro años e inclinar la cabeza en clara muestra de sumisión y servilismo, convirtiéndonos en cómplices de la corrupción porque ya se sabe que, “quien calla...otorga”.

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