Cura de humildad recibida por el líder de la categoría de plata en su propio feudo ante un equipo que, hasta el día de ayer, llevaba más de siete meses sin ganar en un desplazamiento y que gracias  a este triunfo ha resurgido en la clasificación y distanciado de los puestos de descenso a Segunda B.

 

 

¿Por qué el peor visitante de la Liga Adelante ha conseguido ganar de una manera tan contundente en el Estadio de Riazor?

Pues por lo visto ayer por la parroquia herculina, se ha basado más en una cuestión de actitud que de aptitud. Desde el minuto 1, se ha visto qué equipo se jugaba la vida, y qué equipo parecía esperar a que pasara una acción aislada, pero sin demostrar la intensidad necesaria para ganar un partido a esta altura de la temporada.

 

 

Empezó el encuentro con una Ponferradina arrolladora, que desde el primer minuto demostró que venía a por el partido y que contó con dos claras ocasiones hasta que Laure, en propia puerta, despejó un tiro detenido por Lux, tras pared entre Fofo y Acorán. Después de esta jugada de infortunio, el Deportivo intentó levantarse, pero apenas contó con oportunidades en una primera parte anodina en la que se controló el balón pero no se llegó con claridad a la meta berciana.

La afición pensó que tras el descanso podría ver la mejor versión del líder, y de esta manera lograr la remontada, pero nada más lejos de la realidad. La segunda parte se convirtió en un monólogo del equipo de Ponferrada, que consiguió el 0-2 por medio de Yuri en una jugada a balón parado, y el 0-3 en una contra trenzada que culminó Berrocal a pase de Javi Lara. Pudo ser más dolorosa la derrota si no fuera por los palos o por los clamorosos fallos de la delantera berciana.

 

 

Contamos actualmente con una renta de puntos que nos permite cometer errores puntuales, pero deberíamos pensar si la línea a seguir es la dispuesta en el día de ayer o se necesita algo más para volver a la Liga de las Estrellas.